Que el paro no me sea indiferente

¿Por qué hay protestas en Colombia?

 

Por Julie Turkewitz    para  THE NEW YORK TIMES

Publicado 27 de mayo de 2021          Actualizado 7 de junio de 2021

 

El paro ha inundado las calles de las principales ciudades durante un mes, y al menos 46 personas han muerto. El domingo, el presidente Iván Duque anunció que impulsaría una reforma policial. Esto es lo que hay que saber sobre el tema.

Las protestas han sacudido a Colombia durante más de un mes, tiempo en el que miles de personas han salido a las calles de sus principales ciudades, los manifestantes han bloqueado las carreteras y la policía ha respondido, a veces con fuerza letal. Al menos 46 personas, muchas de ellas manifestantes, han muerto.

El domingo, el presidente Iván Duque anunció que pediría al Congreso la aprobación de medidas destinadas a reformar la policía nacional del país, incluida la creación de una dirección de derechos humanos dentro del departamento y la introducción de cámaras corporales para todos los agentes de calle.

Las denuncias de abusos policiales han suscitado la condena internacional desde que comenzaron las protestas.

Duque dijo que tales reformas ayudarían al departamento a “fortalecer la política de defensa, protección y tutelaje de los derechos humanos”.

Entrevistas y análisis de videos realizados por The New York Times muestran que los agentes de policía han disparado balas contra manifestantes pacíficos, han golpeado a los manifestantes detenidos y han disparado botes de gas lacrimógeno u otras formas de munición “menos letal” contra la gente a corta distancia. Al menos tres agentes se enfrentan ahora a cargos de asesinato.

En una entrevista tras el anuncio del presidente, el ministro de Defensa, Diego Molano, caracterizó la reforma como parte de un paquete que el gobierno tenía en marcha antes de que comenzaran las protestas. “La instrucción del presidente es acelerar esta reforma”.

La solicitud de Duque se produce cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se prepara para visitar el país. La comisión llegará el 8 de junio y permanecerá durante dos días, reuniéndose con funcionarios del gobierno, organizaciones cívicas y otros, antes de producir una serie de recomendaciones.

Los cambios en la policía se propondrán al Congreso el primer día de la nueva sesión legislativa de julio.

El detonante de las protestas fue un ajuste fiscal propuesto por Duque, que muchos colombianos sintieron habría dificultado aún más la supervivencia en una economía ya de por sí sofocada por la pandemia.

Sin embargo, el desahogo se transformó rápidamente en una expresión generalizada de indignación por la pobreza y la desigualdad —que han aumentado a la par de la propagación del virus— y por la violencia con la que la policía ha reaccionado al movimiento.

Estudiantes, maestros, trabajadores de la salud, agricultores, comunidades indígenas y muchos otros se han juntado en las calles.

“La gente está harta”, dijo Sergio Romero, de 23 años, en una de las protestas recientes en Bogotá.

La primera exigencia de los manifestantes fue la eliminación de la propuesta tributaria. Sin embargo, las demandas se han expandido con el paso de los días para incluir llamados para que el gobierno conservador garantice un salario mínimo, prevenga la violencia policial y retire un plan de reestructuración sanitaria que, según los críticos, resulta insuficiente para solventar problemas sistémicos.

Hasta ahora, los manifestantes han conseguido derribar tanto la propuesta de impuestos como el plan de salud. Y Duque ha puesto en marcha varios programas destinados a ayudar a las familias con dificultades, incluido uno que subvencionará parcialmente los salarios de los empresarios que contraten a jóvenes.

La popularidad de Duque, que ya había caído antes de la pandemia, está cerca de su punto más bajo desde su elección en 2018, según la encuestadora Invamer.

 

Pero esto no ha servido para calmar la indignación. Y con el paso del tiempo, las protestas han dividido aún más a una sociedad ya polarizada: los partidarios dicen que las marchas son la única manera de conseguir que una clase política atrincherada los escuche, y los opositores dicen que los mensajes de los manifestantes han sido eclipsados por los actos violentos de algunos de ellos.

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